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Vivir las relaciones públicas jugando a ser actores de teatro

Cuando hacemos relaciones públicas para una misma industria y de manera constante, solemos encasillarnos en una sola forma de escribir documentos para facilitar nuestra relación con los medios, aprendemos un molde y lo replicamos sin tener plena conciencia de la voz que estamos poniendo en nuestra comunicación. Este mal es muy común cuando se trabaja con una misma fuente de información.

Cuando hacemos relaciones públicas para una misma industria y de manera  constante, solemos encasillarnos en una sola forma de escribir documentos para  facilitar nuestra relación con los medios, aprendemos un molde y lo replicamos sin  tener plena conciencia de la voz que estamos poniendo en nuestra comunicación. Este  mal es muy común cuando se trabaja con una misma fuente de información. 

Antes de ingresar al equipo de Aldebarán Comunicación, trabajé durante dos años en  una agencia de relaciones públicas dedicada a proyectos culturales, donde la mayoría  de los clientes que llegaban eran referentes al teatro; nuestro trabajo consistía en  promocionar las temporadas teatrales, llevando varias puestas en escena a la vez en  diversos recintos de la ciudad, o incluso en la misma cartelera de un espacio. 

El trabajar proyectos tan parecidos, manteniendo el contacto con las mismas fuentes,  fue viciando mi manera de trabajar la comunicación con los medios. El ritmo de las  temporadas teatrales en nuestra ciudad a veces no nos daba la oportunidad de poder  crear una verdadera identidad o estrategia para cada proyecto; convirtiéndonos  muchas veces en una especie de máquina que repetía la misma receta.  

Cuando llegué a Aldebarán, la gama de proyectos cambió, empecé a trabajar con  fuentes muy diversas, haciendo que las estrategias fueran distintas para cada cliente.  Uno de los grandes retos a los que me enfrenté los primeros meses fue crear una voz  de marca distinta en cada proyecto. Tuve que entender que ya no se trataba de hablar 

a un mismo público objetivo, sino que estos cambiaban dependiendo de la cuenta y el  tipo de comunicación que se busque. 

Esta versatilidad me hizo recordar lo que vemos en el teatro, siendo más específicos  en los actores y su capacidad de tener pieles distintas, cambiando su identidad para  cada proyecto o representación escénica. Ellos, al subirse a un escenario, comunican lo  que el director y dramaturgo desean, se convierten en su voz.  

Nosotros como publirrelacionistas, al ser ese nexo entre marcas y medios de  comunicación, nos convertimos en actores de teatro. Siendo nuestro escenario la voz  de marca que damos a cada documento y estrategia; y nuestra obra teatral, la cuenta  que llevamos. Cuando creamos la comunicación de nuestras cuentas entramos en  personaje, llevando los mensajes claves de las marcas a un público objetivo. Hacemos  de médicos, fotógrafos, viajeros, expertos en tecnología y hasta creadores escénicos.  

Hacer esta analogía facilitó mucho mi trabajo para crear mejor comunicación con los  medios. Adueñarnos de nuestro papel en cada personaje que necesita la marca a la  que representamos, nos ayuda a entender mejor a nuestros clientes, y eventualmente,  a crear una verdadera identidad que no se vea forzada, sino que sea natural y creíble.  Juguemos a ser actores de teatro, juguemos a que la voz que ponemos en nuestra  estrategias sea el personaje que queremos representar. 

Autor: Samanta Franco. 

Ejecutiva de Cuenta en Aldebarán Comunicación 

Fotografía por: Kyle Head

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